A caballo destino a Laguna Inca en Altos del Chicauma
Puntilla del Cobre, Tiltil, Polpaico, 21 diciembre 2024
Primer día
Eran las 09:30 hrs. cuando nuestro grupo, formado por diez personas con sus respectivos caballos y dos mulas cargadas, emprendimos la marcha con destino al campamento en las alturas del fundo La Petaca. Gracias a esta invitación de mi amigo Tatán Cox y su padre, pude ser testigo privilegiado de esta travesía de dos días, inmersos en paisaje de la cordillera de la Costa. Fuimos subiendo en forma pausada por el alto grado de desnivel de la ruta y por el gran calor en el día más largo del año, fecha del solsticio de verano en este hemisferio.
A medida que íbamos avanzando, quedábamos admirados de cómo la vegetación cambiaba desde lo agreste en el punto de partida en los corrales y de a poco comenzaba a manifestarse el verdor del bosque nativo del lugar, cruzando quebradas y vados de los cauces de agua que raramente se ven en esta época del año. Todo esto, acompañado del canto de las Turcas, Diucas, Fiofíos, Loicas, Raras, Tiuques, Tencas y varios más. Además cada cien metros casi pisábamos con las patas de los caballos a las escandalosas pero bellas perdices. Hicimos tres paradas antes de llegar a un collado conocido por los arrieros como el lugar de los «Bines». Allí fuimos recibidos con el primer avistamiento de cóndores fue un espectáculo maravilloso salir de las quebradas y llegar a este lugar con mucho viento fresco y paisaje a todo el valle norte de Santiago, con vista privilegiada al Monte Aconcagua y al cordón del Plomo, entre otros.
Hasta este punto fue el mayor esfuerzo físico, yo venía con mi mochila y mi equipo fotográfico a cuestas, equipo pesado, pero necesario para documentar esta aventura. Fue un esfuerzo físico enorme para mí, a pesar que tengo buena condición física ya que frecuentemente subo cerros con buen peso y distancias largas, pero trabajar prácticamente colgando del caballo es otra historia.
A medida que avanzábamos iba cambiando el paisaje: nos encontramos con añosas especies de árboles, mucho pastizal, ideal para alimento en las «veranadas» de los animales, formas caprichosas de las rocas y muchos vestigios de grandes pircas que demarcaban el territorio por decenas de kilómetros, tiempos pretéritos, se nota un descomunal esfuerzo de muchos hombres en la tarea de construir estas monumentales pircas. MI mente fantasea como amante de la historia con imágenes vivas de esos tiempos.
De acuerdo a lo pronosticado llegamos a nuestro destino pasados unos minutos después de las 17.00 hrs. Por fin pudimos bajarnos de nuestros hermanos de viaje y compañeros, nuestros caballos, al mío lo bauticé como José, era un caballo grande, apropiado para mi estatura y peso, muy dócil y obediente, su color era alazán. Luego de soltar sus cinchas los llevamos a abrevar, felices los animalitos, se revolcaban en el suelo luego de quitarles sus monturas.
Armamos nuestro campamento a la sombra de un añoso Maitén de unos 400 años. Juan Carlos y Juan Ramón, los arrieros, en menos de cinco minutos armaron el fogón, donde se calentó el agua para preparar la once, que luego se convirtió en un buen asado. De a poco, a medida que se oscurecía, aparecieron las historias de campo, arrieros y montañistas, cada uno contó la suya hasta que comenzaron las historias de duendes, tué tué, y otras que comenzaban a erizar el cabello de la nuca. Hasta las 23:00 hrs. estuvimos contando mentiras y aventuras. ¡Las ventajas de socializar cara a cara y sin conexión con el mundo citadino y su tecnología!
Segundo día.
Luego de un plácido sueño, me levanté a las 06:30 hrs. Ya estaba Juan Ramón con el fuego listo y Juan Carlos llegando de traer agua pura y cristalina del arroyo que no quedaba a más de 20 metros. Disfrutamos de un gran desayuno campestre, té preparado en choquero, huevos revueltos deliciosos que preparó Pili, pan amasado, mermeladas, frutas, etc. Pronto estábamos preparados para partir al resto de esta travesía. Tatán hijo se quedó y todos los demás partimos en camino hacia la Laguna Inca, no recuerdo el tiempo y la distancia, calculo una hora, quizá una hora y media más de camino, la mayor parte de subida, pero con menor pendiente que el primer día. Al arribar a nuestro destino final llegamos a una parte alta donde apareció en todo su esplendor la Laguna Inca, colmada de agua como en años no se había visto. Todos exclamamos con emoción el paisaje que estábamos admirando, apresuramos el tranco de los caballos y pronto estábamos a la orilla donde disfrutamos de sus aguas. Por un lado, Juan Carlos y su familia junto a Juan Ramón se ubicaron en un lugar, y cerca de los caballos, Tatán Padre junto a Pili, Francisca y yo, nos quedamos en una roca próxima. Ellos disfrutaron de un buen chapuzón, mientras yo exploraba el lugar para hacer otras fotos que complementaran esta historia. A las 12:00 hrs. nos reunimos para regresar al campamento y disfrutar de un rico almuerzo, el menú – otro asado – esta vez estuvo más resumido pero gratificante igual. Desarmamos nuestras carpas y campamento, cargamos las mulas y emprendimos el regreso a los corrales, con un viaje más corto porque traíamos de regreso menos carga.
Como resumen, fueron dos días redondos, una experiencia inolvidable, más de 15 años que no montaba un caballo, y conocer gente linda amante de la naturaleza no tiene precio.
Gracias Tatán padre e hijo por confiar en mí el documentar esta aventura junto a Uds., y su valiosa conversación y compañía, gracias Pili y Francisca por su atención y buena onda en nuestras conversaciones, gracias Juan Carlos por compartir tu experiencia como arriero con nosotros, gracias a tu señora, hija y sobrina que fueron grandes compañeras de viaje. Y gracias a Juan Ramón por compartir conmigo tu harina tostada y arreglar mis estribos a mi medida.
Agradecidos también de la recepción de la familia que nos tenían refrescos y helados para estos personajes que llegaron transpirados, mojados, pasados a humo y entierrados.
Después de dos días pude ordenar mis cosas en Santiago y disfrutar de un queso de cabra que le compré al Sr. Pizarro.
Fue una maravillosa experiencia, la mejor de este difícil 2024 que nos deja.
Distancia recorrida: 25 kms.
Corrales: 578 msnm
Campamento: 1.950 msnm
Laguna Inca: 2.081 msnm
Parque Metropolitano Puntilla del Cobre
Instagram de @puntilladelcobre